Pedro Arturo Estrada Z.
Textos propios y escritores invitados
viernes, 1 de noviembre de 2024
domingo, 26 de noviembre de 2023
Escribir el vacío
Cuando todo está dicho y escrito, hay que volver a decir y escribir el vacío.
https://www.otraparte.org/agenda-cultural/literatura/escribir-el-vacio/viernes, 2 de octubre de 2020
viernes, 21 de octubre de 2016
Una visión personal en torno a "Monodia y otros poemas"
Fotografía por Liliana Isabel Hernández |
Aun cuando la poesía no obedece
siempre a los dictados de la razón, y tampoco se ajusta a nada programático, es
verdad que casi siempre llega a definirse en uno alrededor de ciertas ideas o emociones fundamentales. Para mí, la
poesía está ligada desde el comienzo de mi vida a la noción de extrañeza
absoluta ante el mundo, que para otros puede ser sólo asombro, perplejidad.
Desde esa noción la vida gira entonces hacia un estado de conciencia altamente
sensible que descubre, por igual, tanto la dimensión maravillosa y casi
fantástica de esa vida, como su polo opuesto, su lado oscuro y absurdo, su
vacío, su desesperanza. En esos territorios, tal vez sin proponérmelo
abiertamente, he visto nacer y crecer mis poemas durante los últimos cuarenta
años. Pero también, de alguna manera, todo ello se ha acompañado por la voz del
hombre que se ve vivir y luchar entre otros, como parte de un sueño mayor, una
realidad que va más allá del sí mismo, de los límites de un yo tan precario y
frágil. Reconocerme en esa fragilidad, esa precariedad, ha sido también para
mí, digamos, una especie de fortaleza. La poesía se convierte ahí en una manera
de estar, de permanecer, de asumir y comprender mejor lo que soy y lo que el
mundo es en mí.
***
Puedo decir que en lo particular soy un ser de
naturaleza más bien tranquila, calmada, sin llegar a calificarme como una
persona feliz o dichosa. Después de esa confrontación en lo hondo, desde esa
conciencia de irrealidad, de extrañeza, de absurdidad (la misma conciencia de
absurdo planteada por Camus y luego por Cioran, Bernhard, Pessoa, etc.) sólo
queda suicidarse o mantenerse de este lado. La poesía hace posible esta última
opción, y desde luego, nos obliga a habitar el mundo con los ojos abiertos. En
tal sentido es muy cierto lo dicho por René Char en alguna parte cuando afirma
que la poesía es la más alta y dolorosa lucidez y como tal, se constituye en
salvación o condena, según quiera uno interpretarlo. Por otra parte, ni soy
pesimista a ultranza ni optimista de nada. Prefiero aceptar “la dulce
melancolía” que propone Victor Hugo, como parte de mi existencia, capaz de
gozar sin exaltación de la belleza efímera de las cosas, aceptando sin grandes
gestos, con sobriedad, lo que el día ofrece, el privilegio azaroso de estar
presentes, de poder “sentir el viento pasar”, como decía Caeiro.
***
La literatura y, en esencia, la poesía, son
nuestras mejores armas contra el vacío, contra la angustia de sabernos
mortales, efímeros y aun definitivamente banales, inermes ante la realidad que
está sobre nosotros. La poesía no es sin embargo, un consuelo, un paño de
lágrimas como a veces se cree. Por el contrario, ella mantiene abierta esa
“herida fundamental” de la que hablaba Alejandra Pizarnik, aunque ella misma
pensaba que el poema podría reparar tales fisuras. Ese estado de emergencia del
ser, de crisis permanente, es lo que expresa para mí la poesía más honda, la
que me seduce y posee. El día que la ciencia, por ejemplo, logre “curar”,
aliviar todos los desasosiegos, todos los miedos, los dolores humanos, ese día
la poesía resultará más superflua que nunca, me atrevo a pensar. Sin el acicate
de lo incierto, la eterna insatisfacción, el desasosiego interior la vida se
convierte en un perfecto desierto, en un “paraíso de mermelada” insoportable
como escribió Estanislao Zuleta. No obstante, hay un momento en que el sueño de
la perfección se hace también posible y demasiado humano, pese a la conciencia
del fracaso anticipado, de lo terrible habitando todos los sueños humanos. El
ángel rilkeano está siempre presente y ante él nos postramos o contra él
luchamos siempre, según sea la fuerza o el deseo de nuestro corazón.
***
Mi yo íntimo es tan ficticio o tan “real” para
mí, como mi yo lírico. El rimbaudiano “Yo es otro” creo que expresa esa
percepción, aunque después de Rimbaud, la despersonalización del lenguaje
poético se hizo más dramática que nunca. Él y Fernando Pessoa son para mí modelos de esa despersonalización que
multiplica, potencia ad infinitum las
posibilidades de una experiencia de totalidad, desde un lenguaje consciente tanto de sus límites como de sus
poderes, un lenguaje hiperestésico, pleno de tensiones, de resonancias
intertextuales aún vivas en muchos de los poemas actuales. En mi caso personal,
no creo mucho en el “carácter” explícito de mis visiones, de mis fantasmas, de
mis obsesiones. No hay una voluntad de definición, de concreción en ellas. Son
apenas quizá, máscaras, sombras, reflejos de eso que en el fondo, sueño o creo
ser. Aunque como ya he dicho, todo esto se acompaña con la voz que procede de
las cosas, los hechos, las manifestaciones cotidianas del mundo que vivo
concreta y llanamente también.
***
“Monodia”, un término prestado del lenguaje
musical con el que he titulado mi libro más reciente, expresaría esa voz
monocorde que anida en toda mi poética, una voz monologante que procede no solo
de mi entraña sino también de la entraña de la realidad, si así pudiéramos
decirlo. La voz a veces inaudible que llena nuestras horas más fútiles,
nuestros días más vacíos, nuestros silencios aparentes, esa voz desnuda,
obsesiva y desprovista de retórica que
en últimas acaba por vencer, como decía Antonio Porchia, incluso la propia
palabra, el propio decir. Quizá sea la voz misma de la poesía, esa monodia
reiterativa y avasallante que todos oímos al fondo de nosotros sin prestarle a
veces la atención que merece.
(Apartes de algunas respuestas de una entrevista concedida a Diana Menasche, poeta brasileña en diciembre de 2015)
sábado, 12 de diciembre de 2015
Presentación de "Monodia y otros poemas" en Nueva York y Medellín
Comparto algunas fotografías de lo que fue la presentación de mi libro Monodia y Otros poemas el pasado 29 de octubre (Corona Community Library, Queens) y 10 de diciembre (Café Rojo, Medellín), con la presencia de amigos y poetas muy estimados.
domingo, 11 de octubre de 2015
Monodia y otros poemas
Está ya disponible en Amazon mi libro, Monodia y otros poemas, que será presentado en Nueva York próximamente y en Medellín hacia finales de año:
http://www.amazon.com/dp/1517331870/ref=cm_sw_r_fa_dp_5GVfwb0P7G978
http://www.amazon.com/dp/1517331870/ref=cm_sw_r_fa_dp_5GVfwb0P7G978
Ilustración de carátula: Lina Ceballos |
miércoles, 18 de marzo de 2015
lunes, 23 de febrero de 2015
Monodia
Ahora que tu cuerpo se dispone a cruzar la frontera más solitaria, dime,
¿a qué grito, a qué palabra te
aferras?
—Lucía Estrada
1
Aferrarse no tanto
a ninguna palabra
porque todas caen
-heridas de tiempo
o de hastío-
contigo, con todo
agarradas al aire,
hojas del otoño
sobre la calle
A grito alguno, a
nada
porque tampoco
alcanza
y es denso el clima
de la noche
como para andar
gritando
a esta hora
A nadie porque
apuran
el paso desde atrás
tantas sombras
y al lado sólo
susurra
tu nombre
el vacío
2
Quizá al silencio
ganado al fin
a fuerza de
renuncias, de atarse firmemente a los huesos,
como a un último
dique ante la muerte
Reconocer en la luz
prenuclear
el pulso de la
tiniebla todavía vivo,
el pálpito secreto
que aguzó tus miradas de niño
y abrió puertas al
otro lado de la noche
que aún permanecen
esperando
Merecer esta nieve
tardía en la cabeza,
esta fiebre
infantil de la edad
Esta vuelta al
origen que es de nuevo
la forma más digna
de irte.
3
Aprendiste tarde el
sabor de una lengua,
el sonido real de
las cosas
Ajustar los pasos y
el peso del cuerpo
a otra luz, otros
ritmos asumiendo un vigor que nunca creíste posible,
un entusiasmo
extraño, una febrilidad nacida entre la gente
que cruza por
Manhattan arrobada en sus propias gestos,
enajenada o ebria
Como quien advierte
su vieja desnudez por vez primera
Y acepta después de
todo un traje prestado
4
Entonces de dónde
el creciente
murmullo, la paralela voz que asciende
por tus tripas
hasta inundarte el cráneo
Ecos de preguntas
que nunca respondiste
y vuelven en mitad
de la nada
Acaso es preferible
no indagar o esperar
lo que al cabo
podría ser sólo resonancia
del hueco original
que moduló tu nombre
5
Hubo, recuerdas, un
lugar para ti,
una casa, una
orilla de amor bajo la estrella,
ojos que te
esperaron en mitad de la noche
-Y después el vacío
te desbordó y huiste
Estar del otro lado
fue tu sola ganancia
con tu cara de
nadie perfectamente puesta
con tus manos
inútiles
tu boca enmudecida
Tu cabeza avanzando
no obstante entre la bruma,
obstinada, apurando
el aliento
como si aún
tuvieras tiempo
como si aún
tuvieras mundo
para esperar, para
alcanzar
Demorando la hora
de saber
Aplazando el
instante
de soltar
de abandonar el
cuerpo
a la orilla del día
o de la noche.
6
Alguien más en las
ciudades que conociste
repetirá tus pasos,
mirará de nuevo por encima de los árboles
confiado el
amanecer
y sin saberlo
exultará en su sangre
lo que tú no
entendiste para seguir y resistir
Pero has dicho ya
todo
cuanto no era
necesario
Fue de lo que se te
quedó incrustado
entre pecho y
espalda
de lo que debiste
haber escrito
de lo que debiste
haber hablado
No pudiste
No supiste
No alcanzaste a
comprender a tiempo
Y ahora que lo
intentas
se deshacen en moho
las palabras
agarradas al aire
Cayendo contigo,
con todo,
hojas del otoño
sobre la calle.
***
(Nueva York, 2014)
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