martes, 24 de marzo de 2009

Poemas / Lucía Estrada

*


POEMAS DE LA NOCHE


XXXIII


Redimir la noche, mezclar su escritura y comprender. No es posible huir luego de haber iniciado la cacería mayor, brazos y ojos señalados por el fuego de la búsqueda. El dedo que fijó la página, el agua que vemos resplandecer en el poema. Todavía, ese leve gesto se repite. La luna del comienzo no declina ni se oculta.

Un instante: se descifra el movimiento de la llama.
Otro: el humo que asciende.
Ahora se prueba el fluir de la sangre, un círculo de correspondencias.
El silencio explora su laberinto. La estela de ese otro sol se mantiene. El rito de la noche no termina. Viejos hombres deambulan hoy bajo su antorcha.

De: MAIASTRA

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DJUNA


Pregunto por el sueño

y en respuesta
lentos animales
de la noche
rodean mi casa.



De: LAS HIJAS DEL ESPINO

*

***

Cuando la noche se inclina y parece que pronuncia tu nombre, hundes tus manos en la oscuridad y buscas a tientas el cuerpo inabarcable de tu memoria.

Ese pálpito en la punta de los dedos, la densa respiración de todo cuanto existe, te obliga a permanecer en la sombra.

Ninguna imagen tiembla en el espejo. Ninguna superficie se apiada de ti.

Todo está vuelto sobre sí mismo y nada consigue reflejarte. Una pausa, y el tiempo detenido cae sobre tu silencio.

Cuántas palabras a punto de oscurecerse bajo tu lengua. Cuánto deseo en los ojos que se abren por última vez.

Apártate un poco y comprende que nada podría ser el inicio ni el centro
en este cuarto cerrado. Que todo será dicho de golpe en medio de la sombra
y muy lentamente.


*

***

Abro la noche para recibirte. En cada palabra
mis manos inician un largo recorrido hacia la sombra,
hacia lo que no es posible abarcar. Y sin embargo,
helo ahí como si quisiera traernos un pedazo de nosotros mismos,
un fragmento de luz, una sílaba cerrada en su misterio.

Nombrarte es el comienzo del exilio. Y permanecer en ti
una constante despedida. Ofrezco mis ojos a lo que se diluye bajo tu lámpara.
A la eternidad que se desteje minuto a minuto para que yo pueda entrar en ella.
Sin cortejos. Sin una guía para mis pasos.

Escribo en el polvo este no saber hacia dónde,
a qué distancia se oculta la rosa.
Nuestro diálogo es el inicio del viaje, su silencio el camino de retorno.

Es necesario permanecer a la intemperie.


De: CUADERNO DEL ÁNGEL

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(Lucía Estrada (Medellín, Colombia, 1980 )Ha publicado los libros de poesía Fuegos Nocturnos (Medellín, 1997); Noche Líquida (Colección del Ministerio de Cultura, San José de Costa Rica, 2000), Maiastra (Ed. El Tambor Arlequín. Medellín, 2004), Las Hijas del Espino (Cobalto Ediciones. Medellín, 2006 // Hombre Nuevo Editores, 2008), El Ojo de Circe –Antología- (Universidad Externado de Colombia, 2006) y El Círculo de la Memoria (Selección de poemas - Lima, 2008). Sus textos han aparecido en varias antologías y publicaciones del país y del exterior. Con Las Hijas del Espino obtuvo el Premio de Poesía Ciudad de Medellín en 2005, y en 2008 la Beca de Creación otorgada por el Municipio de Medellín con su libro Cuaderno del Ángel.
Actualmente hace parte del comité editorial de la revista literaria Alhucema, en Granada-España).

1 comentario:

  1. Desde que descubrí, sin búsqueda alguna, a los hermanos Estrada, sentí como dos criaturas penetraban las paredes de mi cuarto, una raza de murciélagos ensoñados, que, en el aleteo, dejaban caer, en el misterio de la palabra, el universo de la más dulce y confortable noche. Ahora estas criaturas reaniman periódicamente el espíritu de un cervatillo que da brincos en las entrañas de la muerte.

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