domingo, 26 de abril de 2009

El equipo de los poetas / Reinaldo Spitaletta

Ante una nueva eliminación del campeonato, sólo me queda, otra vez, la consolación por la poesía, en este caso, por lo que dijo en un artículo R. Spitaletta hace ya añitos con ocasión de una insigne fecha en la tragicómica historia del Medallo. Es bueno releerlo al ritmo de los goles que nos gritan hoy en contra.
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Una vez de visita en la casa de una viuda rica que tenía un solo hijo: "No te parece que este muchacho es muy mimado, que le falta conocer más la realidad", le sugirió él. Y ella, sin inmutarse, respondió: "Ya él conoce a fondo el sufrimiento humano: es hincha del DIM".

La anécdota la recuerda el escritor y poeta Darío Ruiz Gómez, hincha del Poderoso, y para quien el Deportivo Independiente Medellín representa una especie de fatalidad, de destino trágico, que se convirtió en imaginario colectivo, en parte de la cultura de los barrios.

Para el autor de La ternura que tengo para vos, el DIM hace parte del estoicismo propio de aquél que sabe que está jugando, pero no siempre está aguardando el triunfo. "Porque en los triunfadores de hoy hay mucho de sospechoso, porque están detrás del aparataje del sistema, mientras que el DIM sigue siendo fundamentalmente un equipo de barriada, que representa al adolescente, al viejo, a la vecina. Ellos lo han convertido en el reflejo de una actitud de vida en un país donde todas las desgracias están anunciadas".

Para este narrador, habitante en otros tiempos de la Estación Villa, el DIM, parte de una Colombia donde "lo menos previsible puede ser la felicidad", ese equipo rojo y azul pertenece a lo vivo de una barriada y a las cosas que ya no están. Es un referente de la memoria urbana.

Antes que poeta, lo que quería ser Juan Manuel Roca era centro delantero del DIM. No pasó de ser una mascota del equipo del Charro Moreno. Y entonces eligió la poesía, que, según él, tiene que ver con las derrotas y las utopías.

"Lo mejor del DIM es que es, siempre, el mejor equipo del año entrante. Y eso pasa con la poesía, que es el lenguaje del mañana", dice el autor de Monólogo de José Asunción Silva.

El Medellín es, como la poesía, parte de la lengua del porvenir. "Soy hincha del DIM porque elegí la derrota, el gran tema de la narrativa, que es el derrotado. Derrotados fueron Gregorio Samsa, El Quijote, Madame Bovary. Y la poesía ha estado al lado de los vencidos", dice Roca, que de niño vio jugar a Moreno, Seghini, Lauro Rodríguez y otras figuras emblemáticas del Rojo. Y ahí, en ese equipo campeón del 55 y el 57 vio que había poesía, estética. "Me tocaron esos asombros. Me interesaba entonces cómo jugaba y no los resultados", dice este feligrés del DIM. Porque para él, como para el poeta Darío Jaramillo, el Medallo es una religión.

En 1955, Jaramillo llegó de Santa Rosa de Osos a ver jugar al Medallo de Moreno. Y se deslumbró. "No creí que nadie pudiera jugar así. Me gustaba el rojo por encima del verde de la cancha... Ahora no soy optimista ni pesimista, porque se nos gastó el dedo... pero espero con unas ganas de que todo sea verdad. Mejor dicho,
como dice un estadígrafo: lo que sigue es Tokio", anuncia el autor de Cartas cruzadas.

El DIM, equipo de poetas. De esos que reirán el domingo por la noche, cuando los ilumine la tercera estrella. El DIM, religión de ateos, porque, como dice Roca, reproduciendo un chiste rival, "no vamos a misa por no ver levantar la copa".

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