jueves, 23 de abril de 2009

Texto suelto

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El último de la noche

Qué mataron en ti, qué detuvieron, qué destrozaron sobre la tierra ávida de tus huesos. Acaso el odio no fue más que el miedo a lo desconocido, la demencia roja que desbordó el pecho y la cabeza girando sobre los ojos hasta caer como un disparo, un machete sobre tu carne anónima, sobre ti que eras el otro. Qué borraron, qué partieron, qué desgarraron, qué memoria destruyeron, ciegos, convulsos en tanto desnudaban en la noche el filo de sus gritos. Adónde huir que no estuviera también cerrado, adónde ocultar los ojos que no estuviera ya acribillado por linternas y el infrarrojo ojo del terror. Quién trizó tu boca enmudecida, tu cuerpo trémulo abandonado de Dios, olvidado por sus ángeles en la noche interminable.


(2007)

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2 comentarios:

  1. Vuelvo a preguntar qué habrá después del hueso.

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  2. Después, otra vez la palabra nada en otra carne que lo cubre. Es el juego bello y terrible a la vez. Interminable, al menos mientras el hombre exista.

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