lunes, 4 de mayo de 2009

Apuntes al margen / Bruno Salomón

En general nos gustan las estéticas recargadas, lo pintoresco y lo "barroco" en el sentido de lo profuso, lo abundante. Nos deja indiferentes la sobriedad, el hablar poco, el silencio, la calma, el espacio vacío. Tenemos miedo a confrontarnos desde la soledad. Por eso somos tan gregarios y a veces, tan carnavalescos, folclóricos, ostentosos y falsamente felices.
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Más que supuestos valores sociales, la literatura promovería más bien la disidencia, el escepticismo, la inconformidad y la ruptura frente a todo lo que la sociedad representa como organización, como institución.
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Aparte de talento o imaginación, un escritor requiere, además, una buena dosis de astucia y, diríamos, de perversidad tanto como capacidad de ironía para poder alcanzar algo de "originalidad", o mejor, de estilo en su trabajo.
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La verdadera maestría literaria o artística es más un asunto de cosmovisión que de conocimiento técnico. Es una cuestión de espíritu y no de habilidad u oficio.
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¿Poeta tardío? ...¿Con respecto a quién? No hay poetas tardíos. El poeta tiene siempre sólo la edad de sus poemas.
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La verdadera inocencia no es la del ignorante o ingenuo; es la del que ha buscado saberlo todo y comprueba finalmente la inutilidad de su empeño, abandonándolo en silencio.
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Haber vivido sólo por instantes, a pedacitos efímeros la vida, es todo lo que en verdad podemos decir que hicimos al mirarnos en retrospectiva. Lo demás, sólo fue el mundo devorándonos.
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BRUNO SALOMÓN

ra Mora Osp

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