Esa quemadura, esa luz que cava y revienta
silenciosa por dentro. Uñas rasgando desde el fondo, como si alguien estuviese
asfixiándose en ti o buscando salir de ti. Quizá el que eras hasta ayer, quizá
el que serás mañana. Y es entonces afuera igual la náusea antes de escalar el
vacío, aferrarte a la rueda lenta que te
muele segundo por segundo, silenciosa, eficaz, mientras cierras los ojos e
inclinas la espalda, ensordecido,
perfectamente aleccionado en el terror.
***
el secreto es de los misterios, estimado Pedro Arturo, y la llave de la puerta fue lanzada al abismo...
ResponderEliminarEsa rueda lenta que nos mueve… hacía la nada, quizás… pero en las lentas vueltas agónicas, si respiramos, parpadeamos, sentimos… esa lenta rueda que nos mantiene en movimiento (existiendo). Gracias! Por compartir Caballero.
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