jueves, 7 de octubre de 2010

La magia en la poesía y el arte / Óscar González Hernández



INTRODUCCIÓN

Tratar este tema y resolverlo, o por lo menos intentar resolverlo, con claridad, es bastante problemático; pero lo problemático no puede entonces ser obstáculo para intentar realizar hacer un trayecto por el tema mismo: la magia en la poesía y el arte.

Las tesis que procedemos a proponer, y en mucho a presentar como los elementos teóricos en los que basaremos este análisis, en el que procuraremos mostrar la preponderancia de estos en la actualidad del pensamiento académico, son las contenidas en los ensayos: El arte como magia de R. G. Collingwood (1889-1943); El miedo a la corrupción, El árbol de la ciencia y Extraños comienzos: los pueblos prehistóricos y primitivos: la Antigua América de E. H. Gombrich (1909-2001) y El doble pensamiento de Edgar. Morin (1921-----).

En esa perspectiva, procuraremos extraer lo que sobre la magia ellos formulan desde sus formaciones teóricas y sus intereses de pensamiento, o sea, para Collingwood, una antropología del arte; para Gombrich, la historia del arte y para Morin, la reflexión literaria y filosófica. Posturas cada una que son extraordinariamente fundamentadas y consistentes. Y que son formulaciones que se hacen desde unas importantes y fundamentales posiciones que ellos tienen sobre la magia. Queremos decir, que ellos no tratan este tema solamente por tratarlo sino que desde él, proceden a exponernos sus tesis y esas tesis están pues, en relación concreta y en cantidad relacionable con su formación y sus inclinaciones en arte, en historia de arte.

Y en otro sentido, iremos haciendo un llamado a otros autores y otras tesis, pero sin abandonar totalmente las que aquí entonces nos involucran y nos comprometen. Porque no entra en nuestra pretensión hacer una exposición de las múltiples tesis que sobre el tema de la magia existen propuestas por los historiadores, los poetas, los escritores, los artistas, los músicos, y los académicos. No, esa no será nuestra intención.

Haremos inicialmente un desarrollo de los principios teóricos de Collingwood, Gombrich y Morin, y finalmente entraremos a ensayar una reflexión en torno a la magia desde una visión poética, lo cual no quiere decir, no crítica, no racional y no formal, que obviamente tiende más hacia la propuesta que concreta, para nosotros, de manera extraordinaria Morin. La poesía como el elemento y el hilo conductor esencial, que hace real y visible la magia. Este tema es turbulento y pesado, para quién no haya sido formando en la poesía y para quién no posea una sensibilidad poética, que hoy cabe en la estructura racional del mundo, porque no necesita demostración o prueba, evidencia y realidad: "Todo lo sólido se desvanece en el aire…", podría decirse.

Una de las muchas preocupaciones que existen, entre nosotros, es la del sentido de la magia, más que de la relación con el no sentido y el absurdo. Y si ella es absurda y si ella no tiene un poder entre nosotros, poder visible e invisible, real e irreal, racional e irracional, entonces al hombre, en su mayor dimensión, no le queda nada, ha expirado y ha sido exterminado el sentido. El sentido existe, es porque nosotros lo damos y al darlo, estamos haciendo la magia. El sentido lo da la magia, más que la voluntad racional. El arte participa y esta movido por la magia. La magia no es una ciencia y su técnica es realmente inabordable para nosotros, en el sentido tradicional, o sea, en el momento en que no somos iniciados. ¿O quizá, somos iniciados de otra manera? ¿Es la poesía esa otra manera?

Cabe dentro de lo que proponemos en esta reflexión sobre la magia, aquello que decía Walter Benjamín sobre Johan Jakob Bachofen: "Existen profecías científicas que se distinguen fácilmente de las previsiones científicas, las que constituyen previsiones exactas en el orden natural, por ejemplo, o en el orden económico, etc. Las profecías científicas merecen este nombre dado que en su caso un sentimiento más o menos agudo de lo por venir inspira investigaciones que, en sí mismas, no escapan, en modo alguno a los marcos generales de la ciencia (…)". Existe pues, una relación que se puede dar y que es viable entre la profecía y la ciencia. La magia entonces es profecía.

Quisiera terminar nuestra introducción, con un hecho que puede contribuir a probar como los estudios sobre lo que llamamos magia se pueden incluir en un amplio y estructurado campo de proyectos y a la vez, como dentro del medio de los estudios sobre poesía y arte, tampoco se sabe bien de que se trata cuando se utiliza. Es importante pues, producir una tensión dialéctica, para acercarse y comprender la poesía y el arte desde sus conceptos y contenidos de la magia, y de esta manera, hacer aparecer este fenómeno, para dotarlo después de una consistencia teórica necesaria y comprensible.

LA TESIS SOBRE LA MAGIA DE R. G. COLLINGWOOD

Con Collingwood, este abordamiento, esta inscrito en su carácter de crítico extremo de la antropología y de las tesis de los antropólogos como Tylor, Frazar y Lévy-Bruhl, sobre la magia. Por ello mismo procede a poner en evidencia que el hombre de ciencia posee el conocimiento científico y que el mago esta en poder una pseudo-ciencia, la magia, pero dándole y concediéndole ala magia su sentido y su poder. No es que la ciencia sea más que la magia, porque la magia es también de una manera una ciencia, puesto que tiene una finalidad, un propósito y una intención de índole práctica.

Y esta es práctica, por la emoción que produce entre los miembros de la comunidad. Hace saber que su preocupación radica en el hecho de que hay que: "(…) Rescatar la palabra "magia" de esta condición en la queda reducida a un término peyorativo sin sentido, para usarlo como un término con significado definido (…)".

Collingwood dice que: "La única manera provechosa de meditar sobre la magia es estudiarla relacionándola con el arte (…) las prácticas mágicas contienen invariablemente, no como elementos periféricos, sino centrales, actividades artísticas tales como las danzas, canciones, dibujos, esculturas (…)". Indicación destacable que lleva entonces, a decirnos, que la magia se instala en la vida misma, en la condición de seres ordinarios, que reclaman e invocan para sí, para su vida, el sentido. Que esa vida pueda tener sentido, que por momentos muy extensos, se hace cada vez sin sentido, que no puede inclusive, ser sentida. La magia hace sentir y le da sentido a la vida, derrota y extermina el vacío, el extravío y la locura.

La magia, para Collingwood es práctica y es emocional. La magia tiene que suscitar emocionalidad, ese es su elemento. Conocemos y resolvemos lo desconocido por medio de la emocionalidad y los ritos tienen como propósito emocionar. Quién emociona, conoce y se libera, se halla preparado para toda exploración del conocimiento y de la realidad.

La magia revela la imagen e inventa el lenguaje. Por ello mismo Collingwood señala acertadamente: "La es una representación en la que la emoción evocada es una emoción valorizada por su función en la vida práctica (…)". Es un hecho básico en la tesis de Collingwood que la magia tiene que ser práctica y eficaz; porque por su práctica y su eficacia es que es válida. El valor procede de la eficacia.

LA TESIS EN RELACIÓN CON LA MAGIA DE E. H. GOMBRICH

En la medida en que Gombrich, forma su visión del mundo, desde ciertos conceptos de Popper (sin mencionar aquí a Freud), básicamente la ciencia contenida y sostenida sobre las bases de racionalidad y el positivismo; pero encontramos en él, una disposición constante, a hacer oscilar su pensamiento entre lo racional y lo intuitivo, lo probable y lo improbable. Esto es aquí lo interesante.
De los tres ensayos propuestos para nuestro cometido, procuraremos entonces, a aproximarnos a lo que Gombrich, indica y afirma sobre lo que para él es la magia.

En Miedo a la corrupción, queda claro que solamente hace una breve y muy sutil alusión al hecho de: El sueño de la Edad de Oro de la Inocencia, que sin duda, tiene que ver y hace brotar la idea de la necesidad de la magia, del elemento mágico como un vehículo importante que está inscrito y es esencial en esa Edad. La inocencia es también una expresión de la magia. Hay magia en la inocencia.

El ensayo El árbol de la ciencia, en el Gombrich, acomete de manera muy lucida el tema de lo primitivo, como lo hace en el otro ensayo, pero determinando que lo primitivo es lo griego y que se halla en: "(…) los vasos griegos". Ese primitivo, es para él, lo europeo y lo que pertenece a una determinada tradición, más que nada a la tradición occidental. No hay nada más que Occidente, no obstante, proceda a concederle cierta y muy relativa trascendencia a todo lo que no es Occidental.

En esa tradición, la Occidental, no puede caber para él, la tradición No-Occidental, que como lo dice Gombrich son: (…) Culturas No-Occidentales" (Nosotros ponemos las mayúsculas iniciales). Y dice además: "La superioridad tecnológica de la civilización occidental no requiere demostración. Podemos hablar de hecho de tecnologías primitivas desarrolladas (…)". Esas tradiciones No-Occidentales son, en nuestro criterio las que tienen el conocimiento, la ciencia y la necesidad espiritual y material de la magia.

Y concluye diciendo que un artista como Klee es quién en Occidente ejemplifica "(…) En su obra el equilibrio correcto entre regresión y control, la dosis exacta de lo primitivo manejado con maestría". Lo primitivo carece de maestría en sí mismo, es lo que quiere decir Gombrich y la maestría es resultado del control y el equilibrio medido y exacto, racional, lo otro es irracional y delirante.

Cuando indica que: "(…) llamamos "primitivos" a esos pueblos, no porque sean más simples que nosotros -sus procesos de pensamiento son a menudo más complejos-, sino porque se hallan mucho más próximos al estado del cual emergió un día la humanidad. Entre esos primitivos no existe diferencia entre construcción útil y creación de imagen, en cuanto a la necesidad concierne ."; Está aquí, haciendo relación al hecho de que cualquier condición mágica esta conectada con la necesidad, lo práctico. La magia es una praxis. Con ella se quiere y se desea un resultado eficaz. Ya que su fin y finalidad es la de resolver situaciones problemáticas y extrañas.

El hombre primitivo, se prepara y siente necesidad de prepararse muy bien para enfrentar lo desconocido, lo raro y lo extraño. Hay allí una racionalidad, que quizá no ha sido explorada suficientemente. No es un hombre irracional, la racionalidad la posee desde la necesidad de resolver lo que le inquieta y lo que teme, por eso mismo busca tenazmente descubrirlo con la intención de exorcizarlo, de destruirlo y de borrarlo.


LA TESIS EN TORNO A LA MAGIA DE EDGAR MORIN

Con la necesidad de fundamentar una visión bastante moderna e innovadora, Morin propone crear lo que él ha llamado la interdisciplinariedad para las ciencias humanas o del conocimiento, y que hoy también propone de manera muy contundente para su desarrollo y aplicación el el científico y escritor español Jorge Wagensberg. Propone Morin que la magia no ha sido absorbida totalmente y excluida de nuestra realidad racionalista y positivista, ni de nuestras relaciones con el mundo. Y que por el contrario, la magia está ahí presente en cada ser humano y que ha adquirido otras formas y que otros elementos la constituyen y la estructuran. Nada más absurdo para Morin que considerar que el mundo puede vivirse sin la magia e indica que la magia es la poesía en la que: "(…) la fuente misma del símbolo, del mito y de la magia ha resurgido en el modo estético (…)".

La magia prueba Morin: "(…) Interviene en cualquier parte que haya deseo, temor, posibilidad, riesgo, alea. Es un poder que se ejerce según prácticas rituales propias y cubre un campo de acción muy vasto: acción a distancia sobre los vivos o sobre las fuerzas naturales, sometimiento de los espíritus o de los genios y ubicuidad, metamorfosis, curación, maldición (…)". Esta inmersa y se proyecta en la vida, es la mediación con lo externo y lo interno, es lo que hace de hilo entre lo visible y lo invisible.

Explica Morin que hay hoy un: "(…) resurgimiento de las mitologías y de las magias arcaicas de los brujos, taumaturgos, hechiceros, curanderos, videntes, adivinos, fantasmas, espectros (…)". Indica que la magia se haya instalada entre nosotros, visible por momentos e invisible en otros. El ser humano la necesita y esa necesidad es punto de apoyo para su manera de estar y relacionarse con la realidad. La magia no existe por los resultados, no se demuestra y no se prueba.

Indica Morin que: "La antigua analogía antropo-socio-cosmológica (…) haya muerto en el plano de la creencia, sus paradigmas están vivos en nuestra experiencia afectiva, nuestros "estados de alma"(…)" . La experiencia afectiva, está llena y realmente intervenida y mediada por la magia, por aquello que sorprende y asombra. El hombre se llena de sí mismo, por el asombro y se autorrealiza por extrayendo de la realidad oscura y turbia aquello que lo sorprende.

Otro elemento más de la magia para Morin se encuentra radicado en el psicoanálisis, pero no en el psicoanálisis lacanino, para decirlo de una manera, o sea de una escuela o de una ortodoxia, sino porque las eclosiones del inconsciente están muy próximas a la magia y afirma que: "(…) la presencia inconsciente, permanente y determinante en el espíritu humano, incluido el moderno y adulto, una esfera simbólica/mitológica/mágica." El inconsciente que, por su condición no puede ser dominado ni abordado para someterlo, sino para que fluya heraclitianamente. La magia hace fluir, destapa lo que está taponado, resuelve lo que es irresoluble, libera. Es la creencia su palanca de Arquímedes.

Morin también afirma que: "Las grandes religiones constituyen formas históricas de mitología y de magia, que las transforman y desarrollan.". La religión, es una magia. Es oculta y se revela, se revela y se oculta. Libera y condena. Es expiación y catharsis, lo mismo que la magia. Uno la domina y se es dominado por ella.

REFLEXIÓN

Este camino que hemos tomado para nuestra reflexión, es sin duda, muy intricado y quebrado, pero el tema, tiene de particular, que nos hace crearnos la conciencia de que nos excede y que no hay forma de contenerlo, de abarcarlo y de dominarlo, porque cuando se cree que se tiene dominio de él y se ha abarcado de nuevo huye y se desliza rápidamente hacia otro horizonte del conocimiento o de la creación poética y artística. Nada más excitante que el tema mismo, por aquello que no se puede dominar y asir. Dominarlo, es lo que se busca, pero de manera equivocada, en la mayoría de las veces, desde la ciencia y desde la razón, desde la intuición y la sin razón, desde el sentido y el sinsentido. Más bien diremos: esta ahí y en ese ahí es inaccesible para nosotros que no practicamos la magia, o que sí la practicamos no somos conscientes de ello.

Nuestra postura, como lo hicimos evidente desde el principio y lo presentamos en la introducción esta radicada en la poesía. La poesía es la magia. Como bien lo analiza y sostiene Morin: "La poesía es, pues, a la vez el más acá y el más allá del pensamiento simbólico/mitológico/mágico; más acá porque, como hemos dicho, es su nacimiento mismo; más allá, porque supera las reificaciones mitológicas y religiosas. La poesía es el desarrollo pleno de la comprensión, es decir de la proyección-identificación, es el desarrollo pleno no tanto del animismo (como en las poesías retóricas que evocan genios y espíritus) cuanto del alma (…)". La poesía reclama el animus y el ánima.

Como la magia en relación con la ciencia, requiere y se le demanda demostración y constatación, entonces quiere decir, que la magia no participa ni se involucra con la estructura de la ciencia, no porque no le interese, sino porque la excede. La magia excede a la ciencia, porque se apoya en la poesía. La poesía que no es la mímesis de la naturaleza, sino que inventa y crea y transforma la naturaleza. La magia es cotidiana, proclama André Breton.

El poeta es el mago. El filósofo es mago, por eso dice G. Bruno ( 1548-1600): "(…) cuando se usa el nombre de mago, o bien antes de definirlo hay que comprenderlo distintamente, o bien, si se le considera absolutamente, hay que entenderlo en su significación más noble y principal según los preceptos de los lógicos y, en especial, según el V. Topicorum de Aristóteles. Cuando los filósofos lo usan entre ellos mismos, entonces mago significa hombre sabio con poder de obrar (...)"

Esta condición mágica comprende y abarca lo que hay de poesía y de filosofía en ella, desprendida por sí misma, del contenido y de lo que contiene la función y la determinación de la ciencia, en su ámbito y atmósfera de racionalidad. La poesía, es otra racionalidad, no quiere decir esto, que la poesía sea irracional, intuitiva e instintiva solamente, sino que ella también procede de una explotación y una explosión de lo racional, del cálculo y de l sistema.

La poesía misma tiene como la magia, un sistema y una técnica, un ritual. La ciencia no puede escapar y mentirse sobre el hecho de que también necesita de una técnica y es más: de un ritual. El científico y el mago hacen rituales, se preparan, se inician y obedecen a una técnica para obtener un resultado, para descubrir un problema y para desarrollar una intención tendiente a modificar y transformar un estado de cosas.

El poeta y el científico, no destruyen al mago, lo llaman y lo inventan, lo forman y lo hacen visible, en sus procedimientos. Los procedimientos de estos tres hombres son uno y el mismo, y siempre esperan un resultado, los hace ser lo que son un resultado. No hay magia, ni poesía ni ciencia que no busquen en ellas mismas un resultado, ser eficaces sobre la realidad para cambiarla.

El sueño del mago, el poeta y el científico es cambiar el mundo, hacerlo avanzar y desarrollar hacia la construcción de una comunidad ideal y real entre la que lo racional y lo irracional, lo material y lo espiritual, lo teórico y lo práctico se fundan entre sí, se mezclen y conduzcan hacia un nuevo sentido de lo humano. Es lo humano lo que tiene sentido en esa precipitación de lo real, lo mágico, lo visible y lo invisible que se encuentra en movimiento en el hombre y a lo que él llama para descubrirlo, para reencantarlo y resemantizarlo, para poder soñarlo de nuevo.

Esta condición no es pues, o sí, la de una nueva utopía y la ascensión de un nuevo escepticismo; es el poeta, el que, en la concepción moriana resuelve la contradicción, la duda, el temor y da claridad a la oscuridad total y caótica en la que el hombre esta inmerso, como bien lo dice el poeta cubano José Lezama Lima (1910-1976): "De la contradicción de las contradicciones/ la contradicción de la poesía (…)".

La poesía posee la mayor densidad y concentración de contradicción, es mágica, porque resuelve y no resuelve, porque dice la verdad y no la dice, porque nombra y no nombra, porque su estado es siempre en movimiento, en incandescente como el meteoro sin rumbo y sin meta. Moverse entre las constelaciones. El pensamiento, cuando irrumpe en quién lo piensa y es pensado por él, es un meteoro. He ahí la magia y la poesía. La ciencia y la magia y la poesía, inseparables e indivisibles para el conocimiento. El universo poético no es premágico, es mágico.


La poesía es la profecía, es la palabra del profeta la que nombra el mundo y lo crea y lo recrea. Es el impulso interior de lo mental, lo espiritual y lo material. El poeta invoca al sueño, al asombro y por ello mismo libera de las cadenas de la opresión de la más burda racionalidad, de la “manía” obtusa por la corroboración o demostración de los hechos, por la explicabilidad, por la realidad historicista. La poesía hace devenir, incita al lector a salir y escapar de la pereza mental, de la mediocridad en la que ha construido sus relaciones de intereses y de oportunismos deleznables. La poesía está en todas las cosas, y es más: más allá, inclusive del poeta.

Abre el mundo, expande la conciencia de sí sobre el mundo, reconstruye aquello que esta en ruinas y lo habita lo que esta desolado, hace morar al ser en la palabra. Lo abisma, lo enciende, lo deslumbra y lo lleva hasta lo inconmensurable. Ese es el reto y la mayor apuesta del poeta en todos los tiempos. Como dice Martín Heidegger (1889-1976), al hablar de Hölderlin (1770-1843): "La esencia de la poesía, que funda Hölderlin, es histórica en suprema medida, porque anticipa un tiempo histórico. Pero como esencia histórica, es la única esencia esencial."

La poesía es la magia, la magia es la poesía, hay entre ellas un hilo conductor real que las atrae y las imanta y las hace irradiar su esplendor y su poder en medio de la oscuridad del tiempo sombrío y de zozobra. La magia es real e irreal, la poesía es visible e invisible. Una y otra pertenecen al mago y al poeta, pero ambos pueden ser cada cosa al mismo tiempo. No hay tiempo para el mago y el poeta.

Lo primitivo, vendría entonces a ser el reencuentro con la esencia mágica del hombre y su vida de poeta. Es dotar la vida de l fulgor de la magia y la poesía, sin tampoco, barrer y borrar totalmente, una forma de racionalidad otra, contenida de lo emocional y de lo sensible, para así, en esa mezcla y mixtura hallar el equilibrio ideal, pleno.

CONCLUSIONES

Como bien lo habíamos enunciado en un principio, esta reflexión tenía como propósito bordear, tocar sutilmente y bocetar sobre un tema que esta muy presente en la vida de hombre postmoderno, entre sus preocupaciones fundamentales, entre sus necesidades interiores más importantes, y que hacen proyección como una luz luminosa hacia sus primeras preguntas.

El preguntar es propio del hombre y el responderse también, pero ese hombre es consciente de que entre el preguntar y el responderse, solo existe como poesía, como poiesis, es decir, como creación. Crear es lo que responde a la pregunta, lo que el hombre hizo en la biblioteca de Lascaux (Edgar Garavito). Una escritura y un discurso, sin tendencia, sin horizonte y sin palabra. No hay porque determinar que este hombre quería decir, más allá de la magia, lo que después sería del discurso. No hay discurso allí, hay magia, frenesí y furor de no decir nada, antes de morir, sino trazar el hilo de la muerte y ser presa de ella. Hay una relación inseparable entre el preguntar y el responder.

La magia, continúa siendo necesaria para el hombre, lo dice y lo demuestra el antropólogo materialista Marvin Harris (1927-2001) y los poetas, los nuevos druidas del conocimiento, porque conocimiento es hacer y acercar más realidad a la realidad, pero no para y con el fin obtuso de materializarla, sino para desprenderla de su cáscara de materialización y hacerla inmaterial. Hoy no se busca el éxtasis como experiencia mágica sino lo extático como experiencia racional, autista. La magia poética y artística expande la conciencia y abre las ventanas metafísicas (mundo real e irreal, visible e invisible) sin restricciones ni actos de contricción. Y tienen la misma potencia. El hombre verdaderamente práctico, es el poeta, decía Lautrèamont.


BIBLIOGRAFÍA

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GARAVITO, Edgar. Escritos escogidos. Medellín. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. 1999.
MORIN, Edgar. El método III. El conocimiento del conocimiento. Madrid. Ediciones Cátedra. 1994. Págs. 167-192.
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WAGENSBERG, Jorge. El gozo intelectual. Barcelona. Tusquets Editores. 2007.

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Óscar González Hernández.- Ensayista, poeta, profesor de humanidades.

2 comentarios:

  1. pienso que la "magia" ordena todo, es el orden necesario que se lleva a cabo a través de la naturaleza de la poesía, llámese éste emocional, espiritual, sensorial, racional, lo visible e invisible en cada uno de los actos del ser humano... ahora porqué en la poesía, -lo dice tu ensayo- porque la poesía expande la conciencia sobre el mundo, es la única esencia esencial del pensamiento... inventa, crea, transforma (ordena).

    excelente ensayo, felicitaciones, Ro

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  2. Rocío, muchas gracias a nombre del autor y mío por tu opinión. Un abrazote.

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