domingo, 19 de abril de 2009

De la Web / Minificción / Autores varios

(Cuentos que no superan las veinte líneas, algunos ni una sola línea)

El dinosaurio

Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. (Augusto Monterroso)
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El dinosaurio 2

Cuando despertó, suspiró aliviado: el dinosaurio ya no estaba allí. (Pablo Urbany)
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El dinosaurio 3

Y cuando despertó, el dinosaurio seguía allí. Rondaba tras la ventana tal y como sucedía en el sueño. Ya había arrasado con toda la ciudad, menos con la casa del hombre que recién despertaba entre maravillado y asustado. ¿Cómo podía esa enorme bestia destruir el hogar de su creador, de la persona que le había dado una existencia concreta? La criatura no estaba conforme con la realidad en la que vivía, prefería su hábitat natural: las películas, las láminas de las enciclopedias, los museos... Prefería ese reino donde los demás contemplaban y él se dejaba estar, ser, soñar. (Marcelo Báez)
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El dinosaurio 4

Y cuando el dinosaurio despertó, el hombre ya no seguía allí. (Marcelo Báez)
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La culta dama

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado
“El dinosaurio”.
Ah, es una delicia – me respondió – ya estoy leyéndolo. (José de la Colina)
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Tempus fugit

Encima de un enorme iceberg a la deriva por el Atlántico Norte, un señor de Cuenca, funcionario de correos, y un pingüino discutían por el precio de un sello. El debate era agrio, visceral, a cara de perro, y quizás hubiera durado días, meses, años.
Pero el iceberg no. (Eloy Mon)
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Catequesis

-El hombre -enseñó el Maestro- es un ser débil. -Ser débil -propagó el apóstol- es ser un cómplice. -Ser cómplice -sentenció el Gran Inquisidor-es ser un criminal. (Marco Denevi)
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Crónica

...Y en el año 2.036 el hombre descubrió la piedra pulimentada.
(Jaume Perich)
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Despertar

Despertó cansado, como todos los días. Se sentía como si un tren le hubiese pasado por encima.
Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías. (Norberto Costa)
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El hombre invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello. (Gabriel Gimenez Emán)
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Toque de queda

-Quédate -le dije. Y la toqué.(Omar Lara)
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Golpe

Mamá, dijo el niño, ¿qué es un golpe? Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar donde te dio. El niño fue hasta la puerta de casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía un tinte violáceo. (Pía Barros)
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Felinos

Si no domesticamos a todos los felinos fue exclusivamente por razones de tamaño, utilidad y costo de mantenimiento. Nos hemos conformado con el gato, que come poco. (Juan José Arreola)
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Para mirarte mejor

Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte, con esta boca desdentada. (Juan Armando Epple)

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Tortugas y cronopios

Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las Esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los Famas lo saben, y se burlan. Los Cronopios lo saben, y cada vez que se encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina. (Julio Cortázar)
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La canción

Al borde del desierto en el ribazo, y con la lanza clavada en la arena, mientras yo estaba sobre la muchacha, ella dijo una canción que pasó a mi boca y supe que venía desde la primera boca que había dicho una canción ante el rostro del tiempo para que llegara hasta mí y yo la clavara en otras bocas para que llegara hasta la última que diría una canción ante el rostro del tiempo. (Luis Britto García)
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El sabor de una medialuna a las nueve de la mañana en un viejo café de barrio donde a los 97 años Rodolfo Mondolfo todavía se reúne con sus amigos los miércoles por la tarde

-Que bueno. (Luisa Valenzuela)
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Cláusula III

Soy un Adán que sueña con el paraíso, pero siempre me despierto con las costillas intactas. (Juan José Arreola)
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La verdad

Traedme el caballo más veloz —pidió el hombre honrado—
Acabo de decirle la verdad al rey. (Marco Denevi)
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A destiempo

Llevaba tantos días sin hablar con nadie ni oír las noticias que no podía saber que los servicios de limpieza de la ciudad estaban en huelga. Cuando saltó desde la ventana del octavo piso fue a caer sobre una montaña de bolsas de basura. y ni siquiera tenía las llaves de su apartamento. (Tomás Onaindia)
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Las sirenas

Otra versión de La Odisea cuenta que la tripulación se perdió porque Ulises había ordenado a sus compañeros que se taparan los oídos para no oír el pérfido si bien dulce canto de las sirenas, pero olvidó indicarles que cerraran los ojos, y como además las sirenas, de formas generosas, sabían danzar... (José de la Colina)
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Las nubes

Nube dejó caer una gota de lluvia sobre el cuerpo de una mujer. A los nueves meses, ella tuvo mellizos.
Cuando crecieron, quisieron saber quién era su padre.
Mañana por la mañana -dijo ella¬, miren hacia el oriente. Allá lo verán, erguido en el cielo como una torre.
A través de la tierra y del cielo, los mellizos caminaron en busca de su padre.
Nube desconfió y exigió:
-Demuestren que son mis hijos.
Uno de los mellizos envío a la tierra un relámpago. El otro, un trueno. Como Nube todavía dudaba, atravesaron una inundación y salieron intactos.
Entonces Nube les hizo un lugar a su lado, entre sus muchos hermanos y sobrinos. (Eduardo Galeano)
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El Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio

Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho. (Augusto Monterroso)
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La mujer

Un hombre sueña que ama a una mujer. La mujer huye. El hombre envía en su persecución los perros de su deseo. La mujer cruza un puente sobre un río, atraviesa un muro, se eleva sobre una montaña. Los perros atraviesan el río a nado, saltan el muro y al pie de la montaña se detienen jadeando. El hombre sabe, en su sueño, que jamás en su sueño podrá alcanzarla. Cuando despierta, la mujer está a su lado y el hombre descubre, decepcionado, que ya es suya. (Ana María Shua)
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Naufragio

¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio. (Ana María Shua)
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Anuncio

Oriundo de Hamelínn, soy flautista y alquilo mis servicios: puedo sacar las ratas de una ciudad o, si se prefiere, a los niños de un país sobrepoblado. (René Avilés Fabila)
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Disparos

Los hombres salen del saloon y se enfrentan en la calle polvorienta, bajo el sol pesado, sus manos muy cerca de las pistoleras. En el velocísimo instante de las armas, la cámara retrocede para mostrar el equipo de filmación, pero ya es tarde: uno de los disparos ha alcanzado a un espectador que muere silencioso en su butaca. (Ana María Shua)
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Manzana

La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de gravedad. (Ana María Shua)
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Este tipo es una mina

No sabemos si fue a causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo está explotando. Como a todos nosotros. (Luisa Valenzuela)
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Sensación

"Sentí una molestia muscular, era la quinta vez que yo nacía" (E. Vila-Matas)
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El engaño

La conoció en un bar y en el hotel le arrancó la blusa provocativa, la falda entallada, los zapatos de tacón alto, las medias de seda, los ligueros, las pulseras y los collares, el corsé, el maquillaje, y al quitarle los lentes negros se quedó completamente solo. (Marcial Fernández)
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El globo

Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.
(Miguel Saiz Álvarez)
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El melómano

Compra discos, lee biografías de músicos, colecciona programas de mano. Por sus venas circula música. Y muchas veces ama aún más la música que los propios músicos. Pero llora en vez de tocar. (Eusebio Ruvalcaba)
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Lingüistas

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
¬¡Qué sintagma!
¬¡Qué polisemia!
¬¡Qué significante!
¬¡Qué diacronía!
¬¡Qué exemplar ceterorum!
¬¡Qué Zungenspitze!
¬¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda". (Mario Benedetti)
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Fecundidad

Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea. (Augusto Monterroso)
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La cucaracha soñadora

Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha. (Augusto Monterroso)
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Anuncio

Vendo zapatos de bebé, sin usar.(E. Hemingway)
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Padre nuestro que estás en el cielo

Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza...
- ¿Dónde está tu padre? - preguntó
- Está en el cielo - susurró él.
- ¿Cómo? ¿Ha muerto? - preguntó asombrado el capitán.
- No - dijo el niño -. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros. El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho. (José Leandro Urbina)
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La brevedad

Me convenzo ahora de que la brevedad es una entelequia cuando leo una línea y me parece más larga que mi propia vida, y cuando después leo una novela y me parece más breve que la muerte. (Gabriel Giménez Emán)
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Apuntes para ser leídos por los lobos

El lobo, aparte de su orgullosa altivez, es inteligente, un ser sensible y hermoso con mala fama... Trata de sobrevivir. Y observa al humano: le parece abominable, lleno de maldad, cruel; tanto así que suele utilizar proverbios tales como: "Está oscuro como boca de hombre", para señalar algún peligro nocturno, o "el lobo es el hombre del lobo", cuando este animal llega a ciertos excesos de fiereza semejante a la humana.
(René Avilés Fabila)
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La bella durmiente del bosque y el príncipe

La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.
(Marco Denevi)
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El emigrante

-¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!
(Luis Felipe G. Lomelí)
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Diluvio

Eran tantas las lluvias que cayeron sobre Castelldefels, que una noche en sueños recibió un mensaje divino. Al igual que Noe debería botar una embarcación con dos animales de cada especie, pues el diluvio era inminente. Quedaba sólo un mes. Visitó todos los bancos y cajas de ahorro. Promocionó todo tipo de rifas, timbas, recolectas. Creó asociaciones, fundaciones y en tres semanas empeñándose por varias vidas compro un superpetrolero con bandera Chipriota.
Como en el Zoológico de Barcelona pensaban en un inmediato traslado, con suma astucia y artimañas, los embaucó para hacer un viaje promocional. Cargó el superpretolero y mientras se ultimaban detalles, pensó en los pasajeros que llevaría. Al ser un huérfano que había vivido hasta los dieciocho en la calle; al estar soltero, al no tener amigos, no quiso meter extraños en el barco que se pelearan por minucias. Por eso adelantó la salida y ya en alta mar comenzó el diluvio. El día cuarenta, salió el sol, dejó a los primates en una isla alejada del resto de los animales. Al no poder reproducirse él, les daba así una segunda oportunidad. (Carlos Fernández Guillén)
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(Gracias a la página de Verbalia.com y a la de El microcuento en Hispanoamérica.)

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